lunes, 29 de agosto de 2011

El retrato de Romina

Esta columna de opinión la escribió el padre de una mujer a la que quiero mucho. Sin embargo no es por las cualidades de mi amiga que la publico, sino porque este texto me identifica magistralmente. Más de alguien me ha escuchado decir lo mucho que me encantan estos "cabros". Pues bien, aquí lo dejo por escrito. 

El retrato de Romina
César Poblete 
Publicista
Revista Educ@dores

Hoy recibí un mail de una de mis hijas con la foto de Romina que ilustra estas páginas.
Si estás escribiendo en una revista dedicada a la educación, te cuesta mucho abstraerte de la contingencia, sobre todo si el movimiento estudiantil lleva más de 3 meses y a estas alturas no hay nadie en el país que no tenga una opinión sobre este tema.
A dónde nos llevará la porfía de los jóvenes por introducir cambios en la educación chilena no lo sabemos y no es el tema de mi columna. Pero creo que no peco ni venialmente si me dejo llevar por el retrato de esta joven adolescente y me sumerjo en la parte más novedosa de la contingencia.
Mi hija me dice que la foto fue tomada a Romina una tarde cuando venía llegando de una de las masivas marchas estudiantiles y la imagen muestra claramente como fue la manifestación. En el contexto lúdico del maquillaje se destaca una sonrisa alegre y transparente, en la cual no hay burla, ira ni despecho, sino muy por el contrario, refleja paz e inocencia. Creo percibir un resto de cansancio por la larga jornada de baile a través de las calles de Santiago, rodeada por decenas de miles de jóvenes que como ella, dan rienda suelta a su ímpetu por un cambio, que debe ser positivo porque lo piden con imaginación y alegría, pero sin violencia .
Debo ser más preciso: el cambio lo piden con la alegría de la creatividad y eso me llena de satisfacción y esperanza.
A estas alturas es un lugar común hablar de la creatividad de los jóvenes manifestantes, pero no cabe duda alguna que ella ha puesto un sello indeleble en la lucha estudiantil de 2011.
Recuerdo movimientos anteriores, tanto en Chile como en el mundo, y si quisiéramos caracterizarlos en un concepto que los hizo memorables, surgen:
“Seamos realistas, pidamos lo imposible,” de mayo del 68 en París.
“El Mercurio miente,” de agosto del 67 en la Universidad Católica de Chile.
Los cacerolazos contra la Unidad Popular de principios de los 70 y contra el Gobierno Militar de los 80.
La Marcha de los Pingüinos de 2006.
“Esta crisis no la pagaremos,” de los Indignados del 15-M en España.
Con toda seguridad, el movimiento estudiantil del 2011 ha de ser recordado por la creatividad y la valentía.
La creatividad de los jóvenes para ganarse las calles con manifestaciones artísticas insertas en la cultura mediática del siglo 21 y maquetas de la realidad nacional que recogen la antigua tradición de la caricatura política chilena.
Y la valentía de enfrentar a los violentistas con las manos vacías en alto para evitar que desvirtúen la limpieza de intenciones de su movimiento.
La foto de Romina me muestra también a una adolescente de educación secundaria, perteneciente a la clase media chilena, cuyos padres podrían hoy pagar sus estudios superiores con un esfuerzo razonable. Pero un vuelco repentino en la frágil situación de empleo de ellos - profesionales de edad media, no sindicalizados - agrega incertidumbre a su futuro. Son parte de ese grupo de alta vulnerabilidad que es desechable porque siempre habrá un “joven hambriento de trepar” que posterga ingresos por empleabilidad y puede ser más útil a la fría conveniencia de la empresa.
Ella ha visto como personas cercanas, padres de parientes y amigos suyos, quedan de pronto cesantes y empiezan a deambular de entrevista en entrevista, donde suelen ser rechazados porque están en los cuarenta y tantos y ya son viejos.
Romina sabe que su educación universitaria no depende sólo de su capacidad, talento y dedicación. La suerte también tiene su lugar y por último, está el eventual endeudamiento si la necesidad la lleva a acceder a él, y que habrá de llevar como carga durante sus primeros años de profesional. No pensemos en el martirio de ese endeudamiento si no logra titularse.
Por eso Romina se cansó bailando esa tarde y su sonrisa refleja la satisfacción del deber cumplido.
Si hay una lección que estos jóvenes nos dejan, es que la creatividad puede más que la palabra dura y por cierto, infinitamente más que la violencia.
Y repito: eso me llena de orgullo.